28 de Agosto de 2013
Un año más, la temporada de verano en España está asociada a los incendios forestales propagados por todo el país. Asistimos impávidos a las escenas típicas, pero no por ello menos sobrecogedoras, de los retenes y medios de todo tipo luchando a brazo partido, contra unas llamas desbocadas que arrasan a su paso ingentes cantidades de masa forestal, monte bajo y todo tipo de bienes materiales que se encuentran a su paso. Por no hablar del peligro para las personas, tanto habitantes y visitantes de las zonas afectadas, como miembros de los equipos de extinción a los que tanto tenemos que agradecer y que arriesgan su vida con resultados en ocasiones fatales, en el desempeño de su importante labor.
Es evidente que tras estos incendios existen multitud de causas, en la mayoría de los casos difíciles de esclarecer y que en no pocos casos intereses personales o colectivos están detrás de su existencia. Pero para tratar de erradicar estas prácticas y sobre todo minimizar los daños, hay un elemento determinante que ahora está ausente: la gestión del entorno forestal, centrada en la optimización y valorización de los recursos.
Con la implementación de planes adecuados para una correcta gestión forestal a nivel general en todos los territorios, centrados en la valorización de la biomasa forestal, se conseguirían varios efectos altamente positivos. Unos de tipo ambiental: los montes estarían limpios a lo largo del año, la gestión de las masas forestales sería más óptima y se generarían cantidades ingentes de biomasa empleada como energía renovable. Otros de tipo social y económico: las labores necesarias para la limpieza, gestión y valorización, requerirían de una cantidad importante de personal, con lo cual se crearían cantidad de puestos de trabajo a lo largo de toda la cadena de valor, ayudando a la generación de ciclos económicos en entornos rurales e incentivando las inversiones necesarias para la puesta en valor de estas actividades.
La materia prima la tenemos, las capacidades técnicas y profesionales también. La demanda de biomasa cada vez es mayor, a medida que se va teniendo más conocimiento de este recurso energético limpio, que está en la naturaleza en buena parte, a nuestra disposición. Es intolerable seguir asistiendo año tras año al triste espectáculo de la lucha titánica de hombres y máquinas contra el fuego en condiciones extenuantes, por no trabajar el resto del año llevando a cabo planes de desarrollo de la biomasa forestal, que beneficiarían a todos tanto en el plano ambiental, como de la seguridad, como en el aspecto socio-económico. Evidentemente, brigadas, retenes y equipos de extinción seguirían teniendo su lugar y serían igualmente necesarios, pero las consecuencias de los incendios no cabe duda que no serían las mismas, ni en gravedad, ni en persistencia.
Esto es parte de esa `economía verde´ que ayudaría a superar la crisis de empleo y económica, propiciada por prácticas poco sostenibles y altamente especulativas. Y que nos ayudaría a reducir la dependencia energética de combustibles fósiles tan lacerante para nuestro entorno y para nuestro maltrecho bolsillo.
Redacción Ecoindus