13 de Julio de 2012
Uno de los principales problemas existentes a la hora de procesar los restos vegetales de la agricultura es que para gestionarlos de manera correcta es necesario su picado. Picar estos restos vegetales hace que el volumen a tratar sea mucho menor y que cualquier proceso posterior sea más sencillo.
Los restos vegetales de final de la campaña agrícola suelen ir acompañados de unas cuerdas plásticas o biodegradables que dan soporte a la planta (conocidas como rafias), grapas y clips plásticos o metálicos que sirven de sujeción. Hasta ahora no existía la maquinaria adecuada que procese este tipo de residuos con garantías, ya que la mayoría de ellas están pensadas para restos vegetales forestales y no específicamente para el tipo de resto vegetal que se genera asociado a la producción intensiva bajo plástico. Esto hace que dichas máquinas se atranquen con facilidad o no sean ni siquiera capaces de procesar el resto vegetal.
Los cultivos de sandía, melón, calabacín, pepino, berenjena, tomate, pimiento y judías verdes centran la producción de la agricultura protegida española. Anualmente estas 62.594 hectáreas de agricultura protegida existentes generan 1.734.420 toneladas de residuos vegetales, que se pueden aprovechar para biomasa y generación de compost natural.
Las pruebas realizadas en la Estación Experimental de la Fundación Cajamar, a las que han asistido representantes municipales, comercializadoras del sector, empresas de gestión de residuos y agricultores, con un prototipo de picadora que es capaz de procesar sin problemas este tipo de materiales ofrecen resultados satisfactorios. La máquina diseñada y fabricada por los Talleres Guillen, de Archena (Región de Murcia), está pensada para trabajar con los diversos tipos de restos vegetales que genera la agricultura bajo plástico al final de cada campaña. Las pruebas se han realizado con melón, pimiento y tomate de ciclo largo, estas dos últimos con distintos tipos de rafias, biodegradables y plásticas.
Según los fabricantes, la picadora es capaz de procesar una hectárea de invernadero en una hora de trabajo y puede reducir el volumen hasta un 60% dependiendo del material de origen. El uso de este tipo de maquinaria en las explotaciones agrícolas puede repercutir de manera positiva en el agricultor que necesitará de menos portes para retirar el residuo y por lo tanto realizará una gestión más eficiente.
Aunque la prueba ha sido un éxito, y ha picado los restos vegetales tanto con rafia plástica como sin ella, la presencia de rafia plástica sigue siendo el principal problema en la gestión de los restos vegetales ya que dificulta su uso en compostaje o en alimentación ganadera. Por lo tanto es necesario seguir trabajando en el desarrollo de rafias biodegradables como alternativa a las rafias plásticas o en técnicas que hagan más fácil su retirada al final del ciclo de cultivo.