21 de Junio de 2011
El planteamiento de la utilización de la biomasa como fuente de energía tiene que estar basado en la sostenibilidad, es decir, consumir como mucho, lo que se produce. Esta idea está completamente alejada de las formas tradicionales de utilización que aún se utilizan en buena parte del mundo y que son responsables de graves daños medioambientales: pérdida de biodiversidad, desertificación, degradación de las fuentes de agua, etc.
En el aprovechamiento de la bioenergía, es importante evitar posibles consecuencias nocivas para el medio ambiente, como son la extracción excesiva de leña o el establecimiento de monocultivos en gran escala.
La Biomasa ante el efecto invernadero
La emisión de gases de efecto invernadero acelera el calentamiento de la atmósfera y colabora a un cambio climático que trascenderá muy negativamente en muchos aspectos de las actividades humanas.
La quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y la destrucción de los bosques, se han convertido en las principales causas de la emisión a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), el gas más peligroso en la generación del efecto invernadero (los combustibles fósiles, por producirlo, y la desaparición de los bosques por no absorber el exceso de este gas en la atmósfera).
La deforestación es una de las causas de mayor relieve en la emisión de dióxido de carbono y metano a la atmósfera y el problema radica en el papel esencial que desempeñan las grandes masas de materia vegetal (junto con los océanos), al equilibrar la cantidad de CO2 en la atmósfera haciendo de sumideros de carbono.
Las estrategias a utilizar se centran en controlar y estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero promocionando las energías renovables.
Y, es en este campo, donde la utilización de la bioenergía juega un doble y positivo papel. Por un lado, la combustión de la biomasa produce la misma cantidad de CO2 que antes consumió, dejando al sistema en equilibrio. Además, se utiliza como sustitutivo de otros combustibles que se limitan a la liberación del dióxido de carbono. Por otro lado, una potenciación de la bionergía ayudaría a la reforestación del planeta, aumentando así la cantidad de CO2 absorbida.
Hay estudios que apuntan que para conseguir estabilizar las concentraciones equivalentes de CO2 en la atmósfera en niveles que no conocemos desde los años 30 del siglo pasado, necesitaríamos que el 40% de la energía eléctrica producida en el mundo se obtenga a partir de la biomasa.