27 de Enero de 2012
De todos es sabido el escaso interés y más escaso conocimiento del mundo de las energías renovables y del desarrollo sostenible, de una parte importante del partido que ocupa el Gobierno de la nación en este momento. Pero una decisión tan irracional como la tomada hoy por el Ejecutivo de España, no era esperada ni por los más pesimistas.
La decisión gubernamental, tomada hoy, de aplicar una moratoria al desarrollo de las energías renovables en España, es un jarro de agua fría, a un país deprimido y por qué no decirlo, al límite social y económico, que solo traerá más paro y menos posibilidades de salir de este oscuro tunel plagado de ineptitudes y responsabilidades graves de las que sus responsables, habitantes del oasis político y financiero inmune a crisis, debacles sociales y angustias ciudadanas, nunca responderan.
Somos muchos los que no nos cansamos de decir desde hace tiempo, que hacían falta visionarios políticos entre los responsables de conducir el desarrollo energético e industrial del páis, que tuvieran suficiente perspectiva para ver lo que ya es un hecho en paises con muchísimo menos potencial que el nuestro en el ámbito de las renovables: el cambio de módelo a un 100% renovable y sostenible.
Lejos de ser una utopía, la implantación masiva de sistemas de energías renovables y de procesos sostenibles en todos los ámbitos industriales, comerciales y particulares con posibilidad de aplicación, se vislumbraba como la gran revolución industrial pendiente en este país. Una revolución que lejos de causar inquietud, traería el vigor y la energía que España necesita en estos momentos para salir de este bache monumental, con más de 5 millones de parados ya y subiendo sin límite aparente.
Ya conocemos que esto no es teoría, sino hechos comprobados, en paises que tienen una auténtica conciencia social y de desarrollo colectivo, donde las acciones encaminadas al desarrollo y la implantación masiva de sistemas de energía renovable, está produciendo autonomía energética saludable para el entorno y para los que lo habitan, pero además esta generando claras sinergias económicas que se traducen en puestos de trabajo, bienestar social y responsabilidad colectiva.
España cuenta con una industria renovable pionera y lider en muchas de sus vertientes. Y con un planteamiento global, riguroso, profesional y responsable, por parte de los responsables de las distintas administraciones que nos gobiernan, se podría haber creado un plan industrial a todos los niveles, desde local a nacional, sin precedentes en cuanto a desarrollo económico, social, tecnológico y medioambiental.
No tener la capacidad de ver esto desde los altos estrados del poder, es no querer mirar al futuro y estar de nuevo instalados en el pasado, ese pasado que tan oscuro presente nos está deparando. Los nuevos empleos que necesita un país pujante y desarrollado como España, no vendrán de planteamientos caducos, acabados, ineficientes o especulativos. Vendrán de nuevos modelos más eficientes, más avanzados y más responsables. Las empresas y la tecnología han dado un paso de gigante en estos años y cada vez hay más, mejores y más eficientes soluciones que aportar al desarrollo energético e industrial, que pueden situarnos en la vanguardia mundial en cuanto a sostenibilidad y desarrollo.
Tenemos unas condiciones naturales, geográficas y socioeconómicas privilegiadas, para implantar un gran proyecto de país 100% renovable y sostenible. Nos acompaña el entorno, nuestras empresas y una cada vez mejor y más barata tecnología. Falta el compromiso de los gobernantes con sus ciudadanos y alinearse con el interés general y un futuro esperanzador basado en un desarrollo más sostenible y responsable. Pero la realidad es tozuda y nos muestra una vez más que ciertos poderes fácticos nunca están dispuestos a arrojar la toalla de los beneficios a cualquier precio, incluso el de todo un país.
Las apuestas firmes en materia energética y de desarrollo sostenible, han estado plagadas de incertidumbre e improvisación hasta la fecha, independientemente del partido en el poder. Lo más lamentable es que a quién se ha encomendado para llevar a buen puerto un proyecto de futuro y alentador, ha vuelto la espalda a ese futuro, dándole un clamoroso corte de mangas a la esperanza.