23 de Agosto de 2013
Que el mundo ya no volverá a ser como era, ya casi nadie lo duda, aunque muchos se resistan al cambio. Pero el cambio, no es que sea ineludible por próximo, sino que ya ha comenzado. Los desastres ambientales, económicos y sociales que arrastramos en la actualidad, no son sino el resultado de prácticas insostenibles en casi todos los ámbitos.
Dichas prácticas, amparadas en no pocas ocasiones, por actuaciones conniventes, cuando no directamente delictivas, de determinados actores relevantes del ámbito institucional, político y empresarial, han generado una economía altamente especulativa en determinados ámbitos, de la que solamente se han beneficiado algunas minorías que para nada han repercutido sus extravagantes ganancias en la consecución de un bien común y que posteriormente han devenido en crisis socio-económicas de profundo calado en muchas regiones del mundo, haciendo tambalearse a muchos países desarrollados y poniendo más en jaque todavía a muchos de los países en vías de desarrollo, que también han tenido que pagar los platos rotos, sin tan siquiera haber probado una parte del pastel.
La insostenibilidad de estas prácticas, han llevado a un cambio de escenario tan rotundo, que podemos hablar de una nueva revolución socio-económica a nivel mundial, tan importante o más que las que nos han precedido. En este nuevo escenario, en el que todavía se arrastran las dificultades (a veces dramáticas) del proceso adaptativo desde la etapa anterior, se abren nuevas oportunidades que entre todos debemos aprovechar para la consecución de un bien común, basado en el desarrollo sostenible y en la ética social y económica.
A este nuevo modelo de desarrollo se ha dado en llamar por parte de muchos especialistas, como `nueva economía´, que si bien es un término acuñado a finales de los años 90, hoy en día se pone más de relieve que nunca. La `nueva economía´ está basada en la información y el conocimiento como bases de una mejor productividad y competitividad, en la organización a nivel global de la producción de bienes y servicios, en las nuevas tecnologías como vehículo de capacidad y transmisión, y en la optimización, interacción y personalización de la relación con el cliente en los ámbitos comerciales.
En todo este entramado de la `nueva economía´, tiene mucho que ver la llamada `economía verde´, aquella ligada al desarrollo sostenible de nuevos procesos o de adaptación a la sostenibilidad de procesos tradicionales, que redundan no solo en una mejora de las condiciones ambientales, sino en las condiciones socio-económicas de las comunidades implicadas en esta nueva `economía verde´.
Las oportunidades de desarrollo ligadas a la `economía verde´ son tales que incluso día a día están propiciando el cambio y adaptación de los escenarios normativos e institucionales, con el fin de adecuar las labores de control y organización de las entidades responsables de la puesta en marcha, promoción y seguimiento de estas actividades ligadas a la sostenibilidad y al desarrollo sostenible.
Ahora bien, es necesario que los poderes públicos encargados del desarrollo y la implantación de la `economía verde´ a nivel global, regional y nacional, actúen con criterios de honestidad, capacidad y conocimiento, para no entorpecer su desarrollo con incoherencias, contradicciones o acciones especulativas tendentes a conservar viejas posiciones de dominio en determinados sectores.
La capacidad de generación de empleo de calidad y de una economía sostenible y creciente, de las actividades ligadas a la `economía verde´ están avaladas por multitud de estudios rigurosos e independientes, que muestran las potencialidades que para el desarrollo socio-económico tienen estas actividades y como la búsqueda de soluciones a un problema, se presenta como una auténtica oportunidad.
Una oportunidad que ya es tangible, no es un futurible. Los conocimientos existen y cada día se investiga más y mejor, las tecnologías se han ido desarrollando de una forma apasionante mejorando día a día y aportando nuevas soluciones a nuevos retos, los profesionales de los diversos sectores son un ejemplo de innovación y superación constante como en pocos sectores y están plenamente capacitados para ofrecer e implementar las soluciones pertinentes con gran capacidad de adaptación, y los ciudadanos demandan productos y servicios cada vez más sostenibles, éticos y responsables.
Cada país, cada territorio, puede convertirse en una fuente de prosperidad sin precedentes en una época de crisis sistemática, como la actual, con la adecuación de sus economías a la `economía verde´ y a la `nueva economía´. Obviamente los países más desarrollados tendrán las mayores capacidades, pero este motor de desarrollo es tan potente y revolucionario que incluso para los países en vías de desarrollo se abren oportunidades para sus maltrechas economías y sociedades, tan importantes, que podría suponer el principio del fin de muchas de las injusticias, desequilibrios y desajustes que sufren tradicionalmente estas poblaciones.
Los ciudadanos estamos preparados, pero necesitamos esos líderes honestos y comprometidos con nuestro entorno, con nuestra salud y con nuestro bienestar, sin pensar en beneficios particulares o especulativos, que ya nos han demostrado a donde nos llevan. Exijamos este compromiso a nuestros gestores y representantes institucionales, el nuevo progreso está a la vuelta de la esquina...
Redacción Ecoindus