2 de Marzo de 2011
El debate público que se ha generado estos días en torno al plan de ahorro energético que está poniendo en marcha el gobierno se está enfocando exclusivamente en aquellas medidas que requieren acciones por parte de los ciudadanos, como por ejemplo la reducción de la velocidad de circulación.
Los términos del debate deberían centrarse no sólo en la necesidad urgente de cambiar nuestros patrones de consumo de energía (ahorro y eficiencia), sino también en la sustitución de las fuentes de energía primaria que es necesario acometer a medio plazo.
En el ámbito del transporte, las medidas de ahorro y eficiencia son imprescindibles y van a lograr aportaciones a la mejora de nuestro uso de la energía. Y entre las medidas de medio y largo plazo, un mayor uso de los biocombustibles es una de las claves para mejorar el balance energético y medioambiental de este sector.
La Fundación IDEAS ha elaborado un informe “Biocombustibles líquidos: situación actual y oportunidades de futuro para España”, en el que destaca el papel decisivo que estos van a jugar en los próximos años para reducir la factura energética y para controlar la emisión de gases de efecto invernadero.
El informe, coordinado por el departamento de Economía y Sostenibilidad de la Fundación IDEAS, apunta a que una solución energética sostenible para el transporte, principal culpable de las emisiones de CO2, pasa a corto plazo por la sustitución de gasolina y diésel por bioetanol y biodiesel, y, a largo plazo, por la generalización de vehículos híbridos, con motor flex en la parte de explosión, que permite el uso indistinto de gasolina y etanol y el vehículo eléctrico. Los motores flex ya están disponibles y su uso está muy extendido en Brasil. Esta tecnología de uso de biocombustibles es complementaria con el vehículo eléctrico híbrido, aún en fase de desarrollo.
La Fundación IDEAS sale al paso también de los argumentos que vinculan las burbujas de los precios agrícolas al uso de algunos alimentos básicos para la producción de biocombustibles. Como destacan los autores del documento, en las fuertes subidas de precios de los alimentos intervienen muchos factores como por ejemplo malas cosechas, la reducción de stocks o el incremento en el consumo de carne y la consiguiente demanda de pienso adicional. Explican que el vínculo crucial entre los biocombustibles y los precios de los alimentos es el precio de petróleo porque provoca un aumento en costes de fertilizantes y transporte, y favorece la volatilidad en los mercados financieros, y con ello la ejecución de coberturas de riesgos basadas en la adquisición de materia primas.
En la actualidad, no podemos olvidar que, junto al reto climático, existen amenazas a la estabilidad de los precios energéticos y a la seguridad de suministro de combustible y alimentos. Por todo ello, la Fundación IDEAS entiende que, si bien la transición hacia las energías renovables es inevitable a largo plazo, no es esperable que su crecimiento se produzca en ausencia de intervención gubernamental, la cual se ve enormemente dificultada por el conflicto de intereses entre petroleras, compañías eléctricas y automovilísticas, inversores privados, y productores agrícolas, entre otros.
Para el caso concreto de España, es necesario, en primer lugar, mantener los compromisos contraídos respecto a mezclas (5,83% para 2010) y promover una participación mínima de los biocombustibles del 10% en 2020. En segundo lugar, hay que favorecer el desarrollo de los vehículos híbridos (electricidad y combustible), por un lado, y del vehículo flex (combustible fósil y biocombustibles), por otro, como dos alternativas, tecnológicamente viables, pero que hoy presentan una implementación insignificante, pese a ser las que realmente ayudarían a reducir las emisiones y la dependencia energética del transporte.
Entrando en el análisis propio de los biocombustibles, el informe de IDEAS asegura que, entre los de primera generación, el bioetanol se erige como la mejor alternativa, en particular por ofrecer ventajas en términos de sostenibilidad y algunas oportunidades para la gestión agrícola. En el largo plazo, y ante un escenario previsible de aumento de los precios del petróleo, es obligada la complementariedad de la electricidad y de los biocombustibles de segunda generación.
Finalmente, el desarrollo de los biocombustibles líquidos no supondría un esfuerzo mayor ni un coste a mayores del que suponen los esfuerzos en I+D, aunque la solución renovable para el transporte exige, además, internalizar el coste de las emisiones vía impuestos al carbono y al comercio de derechos.